Hablar una lengua extranjera es ser capaz de entrar en una cafetería, saludar a la persona que te atiende y pedirle un café con leche caliente, descafeinado y con sacarina. Es, mientras disfrutas de tu desayuno y una vez has leído el periódico, hacer una lista de los productos que vas a tener que comprar para la fiesta que has organizado para mañana. Hablar una lengua extranjera es ser capaz de entrar en el supermercado y pedirle al encargado dónde puedes encontrar el pan y agradecerle su ayuda. Hablar una lengua extranjera significa que si alguien te para por la calle y te pregunta dónde está McDonals va a llegar sin problemas con las indicaciones que le has dado. Significa que vas a llegar a casa, llamar a Dominos Pizza y mientras esperas tu cena ver tu serie favorita aunque sea con subtítulos.
Y, por supuesto, se trata de saber, saber hacer, saber ser y la capacidad que se tiene para aprender todas las actividades anteriores en la lengua extranjera.
Esta sería la respuesta que yo daría si me lo preguntaran a mi. Lógicamente tiene relación con el contexto en el que he aprendido mi lengua extranjera y las actividades que he realizado haciendo uso de esa lengua, es decir, acorde con mis necesidades.
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